12 de octubre de 2009

Los cronopios y sus amores

En el 2006 tuve la oportunidad de conocer algo de Europa. Fue una visita ansiada por muchos motivos: iba a viajar con mi amiga Sole (ciudadana madrileña de hace como 10 años ya), era mi primer (y por ahora, único) viaje largo en avión, iba a conocer ciudades que todavía me parecen inalcanzables, iba a conocer París.
Y allí, además de la Torre Eiffel, la sonrisa de la Gioconda y los paseos por el Sena, está enterrado Julio Cortázar. Entre mis "no me puedo ir de París sin..." estaba, encabezando la lista con varios cuerpos de ventaja: "Ir al cementerio de Montmartre, buscar la tumba de Julio". Hasta conseguí datos referenciales adentro del cementerio para facilitar la búsqueda.

Mi utópico Julito vivió gran parte de su vida en esta ciudad. Aquí se enamoró profundamente de Carol Dulop, su "osita". Vivieron una historia adolescente, viajaron, hicieron juntos un libro, eran cómplices en las locuras.


Ella enfermó, lo dejó solo con su leucemia, y él murío en París muy poquito tiempo después.


Después de la muerte de Carol, él escribio:

"(...) Cuánto quisiera que escribiésemos de nuevo juntos muchas páginas, Osita. Creo que lo haremos, quiero que lo hagamos. Estaremos de nuevo tan juntos, Osita."

(De "El lento desplazarse de las constelaciones por tu piel", Julio Cortázar, Papeles Inesperados, Alfaguara, 2009)


Y por lo que vi en Mormatre, sí que lo están...

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