24 de junio de 2008
Las bicis de Rosario
Cuando viajo, una de mis manias es sacar fotos a cosas que me llaman la atención, aunque el resto de la gente diga "¿¿¿a qué le sacás???". En un terreno de Rosario encontré una bici pintada a lo graffiti en la pared . De lejos parecía bastante real, y que solamente estaba apoyada contra el muro. Y la fotografié. Un par de cuadras más adelante vimos otra. "Qué loco", pensamos, y nada más.
En el History Channel, los jueves pasan un programa que recorre lugares "ocultos" o curiosos de las ciudades. Hace un par de jueves, en el dedicado a Rosario, vi que empezaron a hablar de las misteriosas bicis pintadas. Resulta que un artista plástico, Fernando Traverso, empezó en el 2001 a tatuar estas bicicletas en distintas paredes. Cada una tiene un significado: representa a un desaparecido rosarino durante la dictadura militar. Trescientos cincuenta en total. Los sitios tampoco son al azar: las paredes son las de algún centro clandestino de detención, o la casa de alguno de los desaparecido, o el lugar donde lo secuestraron. El significado de la bici: dice que en esa época se encontraban varias tiradas en la calle, solas, después de que habían secuestrado a su dueño; y además la ausencia de la persona que la maneja como metáfora.
Comparto esta historia porque me sorprendió bastante cuando la escuché.
Adjunto la foto que saqué yo, sin saber la carga que tenía.
28 de mayo de 2008
"Guardame siempre un lugar ..."
El olor a Río de la Plata es el pasaje para cruzar a una tarde de sol en la Ramírez.
Se proyectan imágenes de una ciudad, enfrente, más chiquita y melancólica, con playas, abrazada a un termo y con las manos desparramando azúcar de churros.
Lunas como faroles iluminan manos, que chocan rítmicamente con los parches templados.
Ta-Ta-Ta-Tatá.
Voces de murguistas desde el Parque Rodó, ásperas de medio y medio y nostalgias.
La feria… Tristán Narvaja regala más olores, y más voces, que suenan familiares sin serlo.
Y familiares, que son, suenan y esperan con tortas fritas.
MONTEVIDEO
Cigarrillo.
La otra mano en el bolsillo.
Apretando la solapa de mi saco
voy cuidando
mi garganta se hace daño
Al cruzar la bocacalle cogoteando
voy buscando divisar
allá en el fondo de la calle aquellos barcos
que dejé el año pasado donde el río se hace mar
como gran telón eterno, escenario para un pueblo.
Y en la esquina algún lamento de Cabrera
como un viento
me despeina el corazón y la conciencia
y voy viendo en la vereda dibujadas, inconclusas
melodías de Mateo.
Qué lindo es Montevideo.
Calentándome las manos con mi aliento
me convenzo que el acento de mi viejo
no es capricho, es más que eso.
Es seguir perteneciendo,
formar parte de este pueblo
como tantos uruguayos que se fueron
Una murga que te vuela la peluca
y en el aire rebotando en las paredes
mezcladito con el viento
el sonido del abuelo, queja de madera y cuero
y a juntar algunos mangos para el próximo febrero
Cigarrillo
la otra mano en el bolsillo,
y en la ronda con amigos, sea mate o sea vino
voy guardando esos momentos que me da Montevideo
Pablo Echaniz